¿Por qué sentimos dolor?

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De acuerdo con Arturo Goicoechea, Jefe de la Sección de Neurología del Hospital de Santiago en Victoria, el dolor surge del cerebro. Éste recibe las señales que llegan en décimas de segundo después de la lesión, y las interpreta, produciendo de esta manera el dolor. /Fuente: Photos.com
Diana Oliva

POR: Diana Oliva

Estudió periodismo en la FCPyS. Es aficionada a la literatura clásica y su mayor pasión son los perros.

19-08-2013

Puede ser intenso, leve, agudo, pasajero o cónico, pero su presencia es inevitable en nuestra vida. El dolor es una sensación desagradable, pero también es una emoción subjetiva que en algunos casos  permite aprender de las experiencias y en otros identificar problemas de salud. Sin embargo, ¿por qué sentimos dolor y de dónde surge?

 

De acuerdo con Arturo Goicoechea, Jefe de la Sección de Neurología del Hospital de Santiago en Victoria, el dolor surge del cerebro. Éste recibe las señales que llegan en décimas de segundo después de la lesión, y las interpreta, produciendo de esta manera el dolor.

 

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Para el neurofisiólogo Charles Scott Sherrinton, el cerebro construye el dolor en base al análisis de los datos que recibe, pero también de la experiencia, del aprendizaje y de la cultura adquirida. 

 

El dolor normalmente se divide en dos:

 

1. Agudo. Es la consecuencia inmediata de un daño en tejidos o vísceras, o bien el aviso de algún problema orgánico urgente, y se origina a partir de la activación del llamado sistema nociceptivo, formado por neuronas especializadas en detectar la señal tras un estímulo nocivo que puede ser químico (como poner limón en una herida), mecánico (una fractura ósea), térmico (una quemadura) o de presión (un apretón de manos demasiado fuerte). El dolor agudo es autolimitado: generalmente desaparece con la lesión.

 

2. Crónico. Cuando el dolor dura más de tres meses pese a la atención médica o psicológica especializada, se conoce como dolor crónico.

 

El dolor persistente conlleva niveles elevados de alteraciones e incapacidad acumulada, acompañada de estados emocionales negativos y una pobre calidad de vida; afecta el funcionamiento emocional, cognoscitivo, social y laboral de las personas, además del funcionamiento físico, como señala el doctor en psicología experimental Benjamín Domínguez Trejo, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM.

 

Golpes, desgarros, incisiones, quemaduras, falta de oxígeno y variaciones extremas de temperatura, los datos llegan al cerebro que será quien ponga en marcha (o no) los mecanismos defensivos necesarios para hacer frente a esa agresión, inflamación o fiebre.

 

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