La depresión, enfermedad silenciosa

Es importante saber diferenciar la tristeza de la depresión. Ambas causan, entre quienes las padecen, la pérdida de capacidad para disfrutar la vida, melancolía, poco o nulo interés por actividades laborales o escolares, y puede sentirse avergonzado y culpable porque “todo lo hace mal”.

Sin embargo, la gran discrepancia es que la tristeza es pasajera y se está consciente sobre el por qué se tiene, mientras que la depresión es una enfermedad que puede no ser percibida por quienes la padecen.

La Organización Panamericana de la Salud calcula que 1 de cada 8 mexicanos padecen depresión. Sus síntomas se consideran “males pasajeros” o “crisis existenciales” que afectan a las personas “débiles” e “incapaces de enfrentar los problemas de la vida”.

Estos sentimientos generan una percepción distorsionada del mundo, y se piensa que “la vida no vale nada”. También presenta males físicos: el deprimido padece fatiga, trastornos del sueño, pérdida del apetito y falta de energía para emprender actividades.

Esta es una situación de gravedad pues, de acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS), la depresión se encuentra cerca de los primeros lugares de la lista de enfermedades que incapacitan a las personas para realizar diversas actividades, ya que reducen el funcionamiento de los sujetos. Además, si el padecimiento se encuentra en una etapa crítica, el 15% de los pacientes deprimidos puede llegar al suicidio si no son atendidos.

En la Encuesta Mundial de Salud Mental de la OMS, llevada a cabo en 17 países durante el año 2012, se reportó que, en promedio, una de cada 20 personas aceptó haber tenido un episodio depresivo. Estima que actualmente hay, por lo menos, 350 millones de personas afectadas a nivel mundial y que en el año 2030 puede convertirse en la primera enfermedad mental que afectará a la población.

Con frecuencia el enfermo se habitúa a “vivir deprimido” porque piensa que es parte de su personalidad, aunque en realidad el origen de la depresión está en el cerebro. Los avances científicos han permitido saber que la escasez de serotonina y noradrenalina (sustancias químicas que se encuentran en el cerebro) es la causa del trastorno. La serotonina es liberada por una célula y luego es recibida por otra.

Cuando alguien está deprimido, este intercambio se interrumpe porque cierta cantidad de la sustancia es reabsorbida por la célula que, en condiciones normales, debería liberarla. En estos casos, el psiquiatra trata al paciente con fármacos que regulan la actividad de la serotonina, en combinación con una terapia psicológica. De esta manera es posible superar la depresión.

No todos los casos de depresión requieren intervención del psiquiatra o la hospitalización. De hecho, son los médicos familiares quienes deben identificar este padecimiento tempranamente, para posteriormente canalizarlo con un especialista, en caso de que el paciente lo requiera.

Una herramienta es la Guía Práctica Manejo del espectro depresión-ansiedad, publicada en 2002. El documento elaborado con la colaboración de psiquiatras de toda la República Mexicana bajo la coordinación del Dr. Alejandro Díaz, jefe del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UNAM, se dirige al médico familiar para que pueda identificar y dar tratamiento a quienes padecen esta enfermedad, antes de que sea demasiado tarde.

La ciencia contribuye a mejorar nuestra calidad de vida, participa en la Agenda Ciudadana de Ciencia Tecnología e Innovación, una consulta nacional en la que la puedes elegir los retos consideras deben enfrentarse con ciencia y tecnología para alcanzar una mejor calidad de vida en el año 2030. Puedes votar el reto que te parezca más importante en: www.agendaciudadana.mx

Síguenos en Twitter y Facebook.

Si te interesa recibir más información sobre este tema, no dudes en registrarte con nosotros.