Tu trabajo te está “matando”

Si te identificas con estas expresiones: ¡No puedo más! ¡Mi empleo me está matando! , probablemente sufres de estrés laboral o síndrome de burnout.

El trabajo potencializa las capacidades humanas; es fuente de creatividad, satisfacción personal; contribuye al equilibrio emocional y favorece las relaciones interpersonales.

Pero ¿qué pasa cuando no satisface tus expectativas? ¿Cómo impacta en tu bienestar sentirte presionada, desvalorada o explotada?

  Consecuencias de un mal empleo  

Según el resultado de diversas investigaciones, los abusos o el maltrato pueden generar sentimientos de injusticia y frustración en el trabajador, llevándolo a expresiones de ira dirigidos contra él mismo, un superior o compañero, así lo señala la Organización Mundial de la Salud en su informe Entornos laborales saludables: fundamentos y modelo de la OMS: contextualización, prácticas y literatura de apoyo.

  Desmotivación por insatisfacción laboral

Si una persona no se siente tomada en cuenta en su trabajo rendirá menos, estará irritable y deprimida. Entre los factores sicosociales que afectan a los trabajadores se encuentra el estrés, el síndrome de burnout o de desgaste profesional.

También puede haber mobbing o acoso moral en el trabajo y su vertiente de acoso sexual; la violencia en el sitio de trabajo, tecnoestrés, tecnofobia, tecnoadicción y el síndrome de fatiga informática, que son expresiones del daño sicológico por el contacto cotidiano con las nuevas tecnologías.

  ¡No quiero ir a trabajar!

Aunado a las situaciones estresantes, está el ausentismo laboral. ¡Muchas personas ya no quieren ir a trabajar! comienzan a percibir su espacio de trabajo como amenazante.

Muestra de lo anterior es que entre el 50% y el 60% de las ausencias al trabajo que se producen al año están ocasionadas por situaciones de estrés, señala la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

  No disfruto mi trabajo, ¿qué hago?

Antes que nada debes reconocer que no existe el empleo perfecto. Pero antes de tomar una decisión apresurada, detecta qué es lo que está generando que te sientas así, qué te motivó a elegir el empleo y cuáles son los argumentos para seguir allí.

Tal vez debas hacer algunos ajustes personales, hablar con tu jefe; pero si a pesar de ello sigues sintiéndote mal, lo mejor es buscar otras opciones laborales.