Locura y revolución una relación estrecha

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Salud180, El estilo de vida saludable

POR: Lau Martínez. Colaboradora

Estudió periodismo y comunicación en la UNAM. Desde hace 6 años vive en Madrid y colabora como corresponsal en Salud180.com. Siguel@ en:

19-11-2010

En septiembre de 1910, como parte de los festejos del centenario de la independencia de México, el entonces presidente de la República, el general Porfirio Díaz, inauguró el Manicomio General La Castañeda; el cual se trataba de un complejo arquitectónico que podía albergar a 1,200 pacientes y donde una nueva manera de tratar las enfermedades mentales propició un semillero en la psiquiatría moderna de nuestro país.

 

Según el doctor en Historia Andrés Ríos Molina, investigador de El Colegio de México, La Castañeda tuvo cuatro fases de desarrollo que coincidieron con diversas rupturas sociales y políticas durante la Revolución. En un primer momento, el hospital fue abierto con 350 hombres remitidos del Hospital para Dementes de San Hipólito y 429 mujeres provenientes del Hospital del Divino Salvador.

 

Casi todos los pacientes de esta primera etapa, habían sido diagnosticados como epilépticos ya que en aquella época se pensaba que quienes presentaban estas condiciones, podían convertirse en personas agresivas y propensas a cometer algún crimen o atentar en contra de la moral en cualquier momento. Por ello, las familias preferían dejarlos encerrados para no tener que cargar con el estigma de la locura y la posible criminalidad.

 

Estalla la Revolución

 

 En su artículo titulado “La locura en el México posrevolucionario. El Manicomio La Castañeda y la profesionalización de la psiquiatría, 1920-1944”, publicado por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Ríos Molina señala que hasta fines de 1913, la población del hospital cambió sustancialmente. La mayoría de los hombres fueron diagnosticados como alcohólicos y las mujeres como neuróticas y, en promedio, casi todos fueron dados de alta cuatro meses después. “¿Por qué los primeros internos de La Castañeda no fueron aquellos epilépticos que llevaban a los antiguos asilos para dementes sino que fueron alcohólicos e histéricas que se “curaron” en cuestión de meses? La novedad no radicó en el discurso médico ni en los parámetros administrativos para regular el ingreso. Más bien, la novedad fue el manicomio en sí mismo”, acota el especialista.

 

La majestuosidad de sus distintos edificios hizo que La Castañeda fuera vista por la sociedad como un espacio para castigar y corregir a sujetos cuyas conductas rompían los parámetros de la normalidad. Se había modificado, la idea sobre el tipo de locura que merecía ser encerrada.

 

El nuevo tipo de enfermos que llegaron a La Castañeda

 

 Los cambios que hubo en la capital mexicana entre 1914 y 1916 no fueron ajenos al hospital. La guerra civil que se había desatado “se tradujo en violencia, hambre y migración para miles de personas. Los traumas de guerra, las epidemias y la falta de agua y comida sumieron a la ciudad en una compleja crisis. Esto tuvo repercusión directa en el tipo de población que ingresó al manicomio, ya que imperaron los enfermos graves que fallecían víctimas de enfermedades como tuberculosis, neumonía, enteritis, etcétera. Así, este nuevo uso que la sociedad le dio al manicomio como hospital estaba regido por la lógica de la guerra”, agrega el investigador del COLMEX.

 

Fines de la revolución mexicana

 

Entre 1917 y 1920, destaca una nueva actitud de la familia de los pacientes ingresados: 43.1% de los enfermos, después de ocho meses de encierro, eran dados de alta porque las mismas familias solicitaban su salida, comprometiéndose a ofrecer los cuidados necesarios. “Esta nueva relación con el manicomio tampoco estaba mediada por cambios en el discurso médico ni en las políticas de la administración. Esta desconfianza hacia el manicomio podría ser una metáfora del mismo recelo que despertaba el Estado constitucionalista”, apunta Ríos Molina. Durante la revolución mexicana, a partir de 1921, La Castañeda dejó de ser un espacio subutilizado y la cantidad de pacientes se disparó: en 1930 hubo cerca de dos mil y en 1942 alcanzó la exorbitante cantidad de 3,400.
 

Aclaracion:

El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista, más no la ideología de Salud180.com

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