¿Cómo superar la pérdida de un bebé?

Hay palabras como viudo o viuda que designan a quien sobrevive a un cónyuge, o huérfano a quien ha perdido tempranamente un padre.

Sin embargo, no existe palabra alguna para quien ha sobrevivido a un hijo. Algo del enorme sufrimiento que esa situación conlleva tenga, quizá, que ver con ello. 

La relevancia de este aspecto se asocia con el nivel traumático que dificulta la elaboración del duelo por un hijo a diferencia de otros procesos de pérdida, y esto puede provocar que sea más frecuente o  intensa la depresión que surge de estos casos.   Dolor innombrable

La muerte de un hijo produce una abrupta ruptura de la idea de la “continuidad generacional”. No se puede aceptar haber sido padre como algo efímero; es decir, es difícil asumir la destitución de serlo.

Desde el embarazo existen expectativas con respecto al bebé, así, cuando no llega, se rompe la ilusión y el rol que se habían ya establecido como padre y madre.

La madre se siente como tal debido a la vida de un hijo, que es quien le da sentido a la paternidad-maternidad. Su pérdida sacude estas identificaciones, lo que suele manifestarse muy a menudo con sentimientos de angustia, depresión, tristeza profunda, impotencia y desesperanza.

La elaboración del duelo es un trabajo emocional interno que la persona debe realizar para adaptarse a la pérdida de lo amado, trabajo en el que el empleará grandes cantidades de tiempo y energía psíquica. 

En este intento, en muchas ocasiones, el dolor es tan intenso que se buscan obtener responsables de la muerte de ese hijo.

En primer lugar, se culpa a una fuerza superior intentando encontrar ahí la respuesta y el consuelo de la pérdida; también se puede culpar a los médicos por no haber hecho su labor y ser entonces ellos los responsables.

Al final, la culpa termina siendo depositada en la pareja uno a otro empiezan a verse como enemigos en un intento fallido de resolver el duelo.

Esta última acción puede terminar por quebrantar la relación de pareja y ser el motivo por el que terminen separándose, ya que no toleran la culpa que el otro ha depositado en ellos, o bien, por la que sienten ellos mismos y no soportan estar con la otra persona.

En estos casos, se habla de un duelo patológico en el que no se recupera ese mundo interno de tal manera que la persona pueda seguir con sus actividades.

Existen casos de padres pueden pasar años anclados a la idea de lo pudo haber sido su vida con la presencia de ese bebé que ya no está con ellos.

Por otro lado, se debe tomar en cuenta que pertenecemos a una cultura en la que se trasmite la idealización de la maternidad, así, aunado a todos los conflictos internos por la situación se debe enfrentar también la carga social.

La madre se culpa a sí misma por no ser lo "suficientemente buena" al no poder proteger a su hijo contra la muerte, cuando en realidad no estaba en sus manos esta posibilidad.

Por esta razón, es de suma importancia que frente a esta situación los padres busquen ayuda inmediata con un especialista que les indique cómo superar la pérdida de un bebé y ayude a lidiar con todos esos sentimientos que llegan ante la muerte.